La Arabia Preislámica
Durante las primeras centurias de la era medieval, la península arábiga se encontraba en medio de dos esferas de influencia dominadas por los grandes imperios de la época: el Imperio Bizantino y el Imperio Persa Sasánida. No obstante, la región de Arabia no estaba dominada por ninguno de estos imperios, en su lugar, estaba habitada por clanes nómadas, existiendo escasas ciudades comerciales como Medina o La Meca.
En la ciudad de La Meca se encontraba la Kaaba, o piedra negra, la cual era una roca de origen meteórico (aunque otras fuentes apuntan que era volcánica), utilizada como centro de peregrinación por los politeístas árabes. Las crónicas preislámicas aseguran que la piedra solía ser blanca, pero se tornó de color oscuro debido al pecado de los hombres.
Los árabes estaban organizados en clanes y tribus que guerreaban entre sí, carentes de unidad política. Estas gentes eran en su mayoría paganos politeístas, aunque algunas comunidades llegaron a acoger, en cierta medida, el Cristianismo, el Judaísmo y el Zoroastrismo. Incluso, varias tribus habían llegado a servir en los ejércitos bizantinos y persas, ya sea como mercenarios o aliados.

En Morado el Imperio Bizantino
En Amarillo el Imperio Persa Sasánida
A inicios del Siglo VII estos dos grandes imperios se enfrascarían en una serie de cruentas guerras. Este conflicto duraría dos décadas y terminaría dejando a ambos imperios sumamente agotados y a varias de sus ciudades en ruinas. Por ejemplo, una ciudad que no logró resistir a la amenaza bélica fue Jerusalén, la cual fue saqueada por los persas, quienes llegaron a prender en llamas la Iglesia del Santo Sepulcro. En el cénit del conflicto, en el 626, los persas del rey Cosroes II lograron poner en jaque a Constantinopla, ciudad que resistió la amenaza gracias a sus murallas teodosianas de triple empalizada.
Aún así, los bizantinos acabaron triunfando en la Batalla de Nínive, ocurrida en el 627, obligando a los persas a firmar una rápida paz debido a los crecientes conflictos internos. La guerra había devastado a ambos imperios, dejándolos con la guardia baja para lo que estaba por venir.

La Vida de Mahoma
En el año 570, en la ciudad de La Meca, nació Mahoma en el seno de una familia pobre dentro de la tribu de los kuraisíes, tribu que gobernaba La Meca en aquel entonces. Mahoma quedó huérfano a los seis años, dejando su educación en manos de su tío, Abu Talib, a quien acompañaba en sus viajes comerciales por toda Arabia.
A los veinticinco años Mahoma esposó a una señora viuda adinerada llamada Jadincha, de quien era criado. Con Jadincha Mahoma tuvo una hija: Fátima; y además se convirtió en un comerciante respetado de La Meca. Durante su juventud, Mahoma se acercó superficialmente a las religiones monoteístas dominantes de aquella época: el Cristianismo y el Judaísmo.

Mahoma inició su prédica a una edad madura, concretamente a los cuarenta años. Alrededor del año 610, Mahoma adquirió el hábito de ir periódicamente al desierto, específicamente al monte Hira, a orar. En una de sus peregrinaciones, Mahoma proclamó haber tenido una revelación del Arcángel Gabriel, por intercesión de Dios – o Allah. El arcángel le recitaría a Mahoma 6232 versos, los cuales quedarían impregnados en el Corán, este evento daría origen a la religión del Islam, y es celebrado en la Noche del Destino, al finalizar el mes del Ramadán.
Por instigación de su esposa Jadincha, Mahoma comenzó a predicar en La Meca. Inicialmente arrebató contra la corrupción y el abuso de poder de las élites de su ciudad, aunque con el tiempo comenzó a perfilar su doctrina en la adoración del único dios, Allah, presentándose como continuador de la obra de Abraham, Moisés y Jesucristo. Al fin y al cabo el Islam no estaba tan alejado de las creencias judeocristianas, compartiendo una misma base: la existencia de un Dios personal creador del universo.
Con el tiempo, su mensaje se volvió conocido, y sus seguidores se multiplicaron rápidamente. Por su parte, las autoridades de La Meca comenzaron a ver a Mahoma como un agitador político, y le obligaron a migrar a Medina en el 622, en la llamada Hégira o Éxodo. Este evento da inició al calendario musulmán.

Medina era una ciudad de mayoría judía, pero que ya contaba con practicantes musulmanes. Fue ahí donde la comunidad musulmana de Mahoma se distanciaría de la comunidad judía de Medina. El profeta comenzó a instar a cristianos y judíos a unirse a él, ya que a su juicio adoraban al mismo dios, y que él era el último de los profetas antes del Juicio Final. Cabe señalar que las doctrinas de Mahoma diferían bastante de las judeocristianas, ya que en el Islam todo aspecto social y político debía estar regido por la religión. En Medina se constituyó la Umma, una comunidad de creyentes de fe islámica en la que se dictaminaban sentencias que unían profundamente la religión con el estado.

La actividad de Mahoma comenzó a combinar la persuasión con la fuerza, ya que sus discípulos efectuaron razzias contra caravanas de kuraisíes politeístas. Estas escaramuzas abrieron a los musulmanes la idea de ”guerra santa”; es decir, el uso de armas para convertir a infieles. Es conocida la Batalla de Badr, del año 624, en la que 300 musulmanes salieron victoriosos contra 1000 soldados de La Meca.
En Medina, Mahoma se convirtió en un caudillo militar y político. Las autoridades de La Meca ofrecieron al profeta un pacto, pero Mahoma lo rechazó y marchó hacia su ciudad natal con un ejército de 10 000 guerreros. La Meca sucumbió en el año 630 fruto de la presión militar, la negociación política y los enlaces matrimoniales del poligámico profeta, ya que llegó a estar casado hasta doce veces. En La Meca, Mahoma acabó con la idolatría politeísta, convirtió a la población al Islam y consagró la Kaaba a Allah.
Desde La Meca los musulmanes se volvieron fuertes y comenzaron a expandirse por todo el Hiyaz, la costa occidental de Arabia. Las fuerzas de Mahoma sometieron y convirtieron a las tribus semitas del desierto, cuyo estado de guerra constante les había impedido ser actores importantes de la historia. Mahoma murió en el año 632 en Medina, dejando una Arabia islamizada, y más importante, en vías de unificación.
Periodo de los Califas Ortodoxos (Califato Rashidun)
A la muerte del profeta se dio inicio al Califato Ortodoxo o Califato Rashidun, lo que significa «califas bien guiados», ya que estos califas fueron de los primeros musulmanes y conocieron a Mahoma en vida. El sucesor de Mahoma fue su suegro Abu Bakr al Siddiq, quien sometió a las tribus árabes que aún no habían sido convertidas. Este periodo de conquista fue conocida como Guerras Ridda, en la que los guerreros de Abu Bakr eliminaron toda resistencia en la península arábiga.
La Meca se convirtió en el centro doctrinal y espiritual del mundo musulmán; mientras que Medina se transformó en la capital política. Como mencioné, el Corán fue el libro sagrado que recogió las revelaciones de Mahoma, pero también existía otro libro sacrosanto, la Sunna. En este libro están redactados una serie de sentencias y tradiciones que los musulmanes deben seguir. Su objetivo era interpretar ambigüedades del Corán, como la forma de rezar de Mahoma. La Sunna estaba compuesta por varios relatos llamados hadices, el estudio de estos hadices ha configurado la idiosincrasia de los musulmanes, esto es a lo que se llama Ley Sharia.

Abu Bakr gobernó por dos años, ya que en el 634 le sucedió Omar, también suegro de Mahoma. Bajo su liderazgo se obtuvieron grandes éxitos militares sobre los imperios hegemónicos de Medio Oriente. En el 635 los árabes le arrebataron al emperador de Bizancio, Heraclio, la ciudad de Damasco, y entraron en Siria. Los bizantinos unieron fuerzas con los gasánidas y otras tribus árabes cristianas, pero fueron derrotados por los musulmanes en la Batalla de Yarmuk, sucedida en el 636.
El Imperio Persa tampoco escapó a la expansión del Islam, ya que fueron derrotados en la Batalla de Qadisiya. La capital sasánida, Ctesifonte, acabó cayendo ante los musulmanes en el 638. Tras Ctesifonte una a una caerían las viejas ciudades persas, tales como Nínive, en la zona de Mesopotamia superior. En ese mismo año (en el 638), los musulmanes concretarían uno de sus objetivos: la toma de Jerusalén; la cual caería en conjunto con toda Palestina. Jerusalén era una ciudad de gran importancia espiritual para los musulmanes, ya que se dice que ahí el profeta ascendió al cielo a su encuentro con Allah.

El siguiente en caer fue Egipto al ser ocupada por los musulmanes alrededor del 642. No obstante, el emperador Heraclio logró evacuar Alejandría poco antes de caer. Se dice que Omar destruyó las obras literarias y científicas en la reconstruida Biblioteca de Alejandría. Al sur de dicha ciudad se fundará Fustat, no muy lejos de la futura ciudad de El Cairo.
Omar transformó el estado árabe en un imperio teocrático, proclamándose con el título de ”príncipe de los creyentes”. El califa delegó al líder de las tropas de ocupación la administración en asuntos civiles, religiosos y judiciales de la zona conquistada. No obstante, apenas modificaron los sistemas administrativos romanos o persas ya existentes. Si bien es cierto que Omar respetó las creencias cristianas, judías o zoroástricas, quienes se negaban a adoptar la nueva fe debían pagar un impuesto especial, la Yizia.
En el 644, Omar fue asesinado en la Mezquita de Medina a manos de un esclavo persa. Su sucesor fue Uthman, uno de los yernos de Mahoma. Durante el reinado de Uthman se terminó de canonizar el Corán, ya que se explicitó que partes eran válidas y que partes no lo eran; lo que provocó la persecución y asesinato de varios escribas polémicos.
El mayor logro de Uthman fue el sometimiento definitivo de Persia, el cual se concretaría con el asesinato del rey persa Yazdegerd III en el año 651. Durante su reinado, los árabes lograron conquistar la isla de Chipre en el 648, y de forma efímera la isla de Rodas, donde encontraron los escombros de lo que alguna vez fue el Coloso de Rodas; desgraciadamente los árabes decidieron fundir todo el metal para venderlo como chatarra.


El nieto de Heraclio, el ahora emperador Constante II, sufrió desgarradoras derrotas frenta a estos invasores que emergían del desierto, tanto en su intento de recuperar Egipto, como en la Batalla de los Mástiles, sucedida en el 655. Tras consolidar su supremacía marítima en el sureste del Mediterráneo, Uthman comenzó a lanzar campañas de saqueo en el exarcado bizantino de Cartago, último remanente del poder romano en el norte de África. Pero la caída de Cartago ante manos musulmanas iba a tener que esperar, por ahora se decidió fundar la base naval de Barca en Cirenaica, y bizantinos y musulmanes pactaron una división fronteriza en África en torno a la Tripolitania.
En el año 656 Uthman fue asesinado tras doce años de gobierno, siendo sucedido por Alí, también yerno de Mahoma, pues estaba casado con Fátima, hija del profeta. Alí no recibió la aceptación política que esperaba, puesto que enfrentó una fuerte oposición encabezada por Mauwiya, gobernador de Siria y miembro de la familia Omeya. Esta rivalidad desembocó en la Primera Gran Fitna, de la cual son famosas las Batallas del Camello o la de Siffín. Tras largos cinco años de conflicto, Alí, quien estaba refugiado en la ciudad de Kufa, fue asesinado en el 661 por partidarios de los Omeya.
Esta guerra civil definió la separación de las principales ramas del Islam. Por un lado estaban los chiitas, quienes postulaban que el califa debe pertenecer a la familia de Alí, con tendencia a la austeridad y al conservadurismo, tienen como fuente de ley los dictámenes de los imanes (el equivalente a califa para el chiismo). En la otra mano tenemos a los sunitas, quienes indicaban que el califa debía ser miembro de la tribu de los kuraisíes, con tendencia al centralismo político y al imperialismo; el sunismo también es característico por la importancia dada al libro de la Sunna. En tercer lugar, tenemos a los jariyíes, quienes afirmaban que el califa debía ser el más digno y debía llevar una vida recta en torno a los dictámenes del Corán.
La Familia Omeya llega al Poder
Tras el asesinato del califa Alí, el líder opositor suní Mauwiya tomó el poder. La familia Omeya era una de las familias más adineradas y poderosas de Arabia. Su ascenso al poder supuso la centralización política en una nueva capital, Damasco, en perjuicio de Medina, la cual acabó perdiendo su importancia administrativa.
Mauwiya, buscando aplazar las disputas religiosas, continuó con la política expansionista. Logró conquistar a los bereberes de la Tripolitania, y obtuvo grandes éxitos contra los bizantinos en Asia Menor, pero fracasó en su intento de tomar Constantinopla. En el año 674, las fuerzas de Mauwiya dejaron al Imperio Bizantino de Constantino IV en estado crítico, pero los bizantinos lograron salvar su ciudad capital gracias a una poderosa arma: el fuego griego.

El califa Mauwiya se vio obligado a pactar con Constantino IV ante su incapacidad de tomar Constantinopla, por lo que ambos imperios acabaron fijando una frontera más estable en torno a los Montes Tauros. Los bizantinos también lograron defender exitosamente sus dominios en Creta, Sicilia, Asia Menor y el sur de Italia, sitios que permanecieron cristianos. Por otro lado, Mauwiya consiguió grandes éxitos en el este, logrando someter territorios en Asia Central, tales como Kabul, Bujará, Nishapur, y Samarkanda.
La familia Omeya hizo hincapié en el aspecto teocrático del poder del califa, quien se rodeó de un consejo de notables de distintas tribus llamado Shura. Para facilitar las conquistas, se le ofreció a las ciudades que capitulaban poder conservar sus propiedades y su fe; esta última venía con una condición, ya que como mencioné debían pagar impuestos adicionales. Esta discriminación fiscal acabó estimulando la conversión de los no musulmanes.
Tras la muerte de Mauwiya en el año 680, estalló la Segunda Fitna; en la que chiitas y jariyitas se sublevaron contra la Dinastía Omeya. Tras Mauwiya llegarían una serie de califas de breve reinado: Yazid I, Mauwiya II, y Marwán I. No fue hasta el ascenso de Abd al-Malik, en el 685, que la unidad imperial es reestablecida. Este califa es conocido por sus reformas, las cuales acabaron sentando las bases de la organización estructural musulmana.

Abd al-Malik impulsó la expansión musulmana en el norte de África, logrando someter Cartago en el 698. La conquista de Cartago consolidó la extensión del califato en el Magreb, llegando hasta la actual Marruecos; además, los musulmanes fundaron la ciudad de Kairuán, en la actual Túnez, donde construyeron una gran mezquita.
Durante su reinado se creó un sistema monetario, donde aparecieron el dinar de oro y el dirhen de plata. Además, convirtió al árabe en el idioma oficial en la administración, descartando al griego y al persa, y culminó con la construcción de la Cúpula de la Roca en Jerusalén. Sus años finales de gobierno fueron prósperos y esplendorosos, pero acabó falleciendo en el año 705, delegando el califato en su hijo Walid I.
Con Walid, el Califato Omeya alcanzó su mayor expansión territorial: conquistó la Transoxiana, el Valle del Indus, y en el 711, logró invadir Hispania, dominada por el Reino Visigodo, creando el Valiato de Al-Ándalus en su sustitución. Entrando en el Siglo VIII, los musulmanes vieron su expansión en Europa obstaculizada, especialmente tras fracasar en tomar Constantinopla una vez más en el 718, y recibir una derrota total en la Batalla de Poitiers en el 732, en esta última fueron los francos quienes los derrotaron, dirigidos por Carlos Martel.

Durante la primer mitad del Siglo VIII, el Califato Omeya entró en decadencia ante los distintos conflictos étnicos, sociales, políticos y religiosos. En el año 744 estalló la Tercera Fitna tras la muerte del califa Ibrahim, esta Fitna estuvo encabezada por Abu Muslim y Abu al-Abbas, miembros de la familia Abasí. Aunque también ocurrieron insurrecciones por parte de chiitas, jariyíes, y de los bereberes del Magreb. Estos últimos se alzaron en contra de la supremacía racial árabe, y declararon su independencia formando varios estados en el norte de África.
El último Omeya, Marwán II, fue derrotado por los abasíes en la Batalla de río Gran Zab en el año 750, provocando la entrada de Abu Muslim en Damasco; como consecuencia, toda la familia real Omeya fue asesinada. Sin embargo, un joven príncipe Omeya logró escapar de Damasco y huir al Magreb, su nombre: Abd al-Rahman, o Abderramán. Abderramán logró reunir un ejército en Ceuta, e invadió el Valiato de Al-Ándalus, fundando el Emirato Independiente de Córdoba en el año 756.
En Medio Oriente, una nueva familia real se había alzado en el poder, los abasíes, quienes fundaron el Califato Abasida con capital en Bagdad, con Abu al-Abbas como su primer califa. Este califato duraría por los siguientes siglos, hasta que paulatinamente se descompondría, llegando a extinguirse definitivamente en 1258.
Aportes Científicos y Culturales del Islam
El Islam es una religión de diversas contribuciones a la humanidad, ya que impregnaron majestuosidad en todas las disciplinas en las que incursionaron, recogiendo elementos culturales de los distintos pueblos a los que sometieron. Una de las mayores virtudes del Islam fue en el campo de la arquitectura, siendo su mayor logro las mezquitas. La mezquita era el principal complejo religioso de una ciudad, eran edificaciones de gran tamaño rodeadas de altos minaretes. Todas las mezquitas, sin importar su ubicación, apuntaban a La Meca, para que así los creyentes oren en esa dirección – dado a que así lo dictaminaban las enseñanzas de Mahoma. Una de las primeras mezquitas fue la de Damasco, construida sobre una catedral bizantina dedicada a San Juán Bautista. Las ciudades también estaban organizada en torno a bazares, grandes centros de intercambio comercial, donde se podían adquirir desde frutas hasta alfombras.

También aportaron grandes avances en el arte y la decoración, un muy buen ejemplo fue el desarrollo del estilo arabesco. Este estilo pictórico consistía en entrelazar diversas figuras geométricas y patrones peculiares con el fin de adornar. El estilo se relaciona con los elementos decorativos tradicionales que se utilizaban en las mezquitas, palacios y en el resto de edificaciones árabes. Era comúnmente utilizado para adornar complejos religiosos, ya que, a diferencia del Cristianismo, su ortodoxia religiosa les impedía adorar imágenes.
Un colosal aporte de la cultura arábiga a las ciencias modernas, fueron sus desarrollos en el campo de las matemáticas. Del mismo modo, realizaron estudios precursores en química, física y astronomía, y además desarrollaron el álgebra – palabra de origen árabe (al-yabr) que significa cálculo. Crearon una nueva forma de agrupar los números, en unidades, decenas y centenas, desplazando al decadente sistema numérico romano.
Conclusiones
En comparación con el Judaísmo y el Cristianismo, el Islam tuvo una expansión bastante rauda, llegando a consolidar un poder político hegemónico tan solo setenta años después de la muerte de Mahoma. En menos de un siglo pasaron de ser un conglomerado de nómadas desorganizados del desierto a ser un suntuoso imperio que abarcó desde la actual España hasta la actual Pakistán, influenciando a la historia de una forma inimaginable.
Referencias Bibliográficas
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