Las Guerras Púnicas

Un hecho que ha definido a Roma desde el 509 a.C. (año de la disolución de la monarquía) hasta su mismísimo final, ha sido su constante deseo de expandirse, esclavizar e imponer sus costumbres sobre los pueblos sometidos. Particularmente, fue durante su periodo republicano que los romanos aplicaron una constante, y prácticamente ininterrumpida, política expansionista. En el Siglo IV a.C., e inicios del Siglo III a.C., Roma logró someter a sus competidores itálicos, como samnitas, latinos, umbros, italiotas y etruscos, para anexarlos a su naciente imperio.

Las aspiraciones de hegemonía y dominación geopolítica por parte de Roma, chocaron de bruces cuando se enfrentaron a un nuevo competidor: Cartago. Los cartaginenses o púnicos, eran colonos fenicios, quienes emigraron al Mediterráneo occidental en el Siglo VIII a.C. con el objetivo de fundar nuevas factorías y ampliar su dominio comercial marítimo.

Cartago tenía su centro de poder en su ciudad homónima, ubicada en las costas de la actual Túnez. De ahí, los cartaginenses se expandieron por todo el norte de África y el litoral gaditano en la península Ibérica, del mismo modo, se hicieron las estratégicas islas de Córcega, Cerdeña, Sicilia y las Baleares. En Hispania, los cartaginenses se dedicaron a fundar y a refundar ciudades con una posición clave para el comercio marítimo, entre ellas se encontraban Gades (Cadiz), Barcino (Barcelona) o el puerto natural de Cartago Nova (Cartagena).

Durante siglos, los griegos habían hegemonizado el comercio marítimo en el Mediterráneo, pero tras su decadencia a finales del Siglo V a.C. y el posterior dominio macedónico, habían perdido su vieja relevancia en el escenario geopolítico. Los etruscos y los cartagineses, antiguos competidores de los griegos, aprovecharon el debilitamiento de su rival para armar sus propias esferas de influencia. Sin duda, nadie se esperaría que el infravalorado Estado romano fuera tan pujante, como para someter a Etruria y poder competir contra Cartago.

Desde la victoria romana las Guerras Samnitas, a finales del Siglo IV a.C., comenzó a crearse una fuerte tensión entre romanos y púnicos, con muchos tratados de paz y tratados de no agresión de por medio: se trataba de una auténtica guerra fría. Los romanos lograron crear su propia flota de guerra al copiar a una embarcación cartaginesa clavo a clavo, la cual había quedado varada en las playas itálicas.

En el año 264 a.C. estalló la Primera Guerra Púnica, ante las disputas entre romanos y cartagineses por la influencia sobre Siracusa y Messana. Este sangriento conflicto finalizó con victoria romana en el año 241 a.C., quienes se apoderaron de toda la isla de Sicilia. Los romanos, quienes hasta ese momento carecían de experiencia en el combate marítimo, derrotaron a la flota de la potencia naval por excelencia del Mediterráneo.

A pesar de haber sido humillados por Roma, los cartaginenses se recuperaron rápidamente, con las desesperadas ansias de vengarse ante el enemigo. El renombrado general Amilcar Barca, quien había combatido en Sicilia contra los romanos y quien luego consiguió bastante reconocimiento popular durante su papel pacificador en la revuelta de los mercenarios, se convirtió en la práctica en el amo y señor de Cartago. Bajo el liderazgo de Amilcar, los cartaginenses pusieron sus ojos en Hispania en buscas de compensar el territorio perdido en el Mediterráneo. Amilcar sometió a varios pueblos celtíberos y tartesos; pero lo más certero es que a mitad de la conquista se cayó de la montura de su caballo y se ahogó en el río Segura. No obstante, las fuentes son contradictorias sobre las circunstancias de su muerte.

Amilcar Barca

Su yerno, Asdrúbal el Bello (no confundir con Asdrúbal Barca), continuó con la campaña en Hispania. Extendió los dominios cartaginenses en la península a través de sus brillantes tácticas. Fue Asdrúbal quien fundó la ciudad de Cartago Nova. Sin embargo, este se ganó el descontento del senado de Cartago al acuñar monedas con su efigie, lo cual derivó en su asesinato.

Antes de morir, Asdrúbal, había firmado un tratado de paz con los romanos, donde se indicaba que Cartago se apropiaría de todo territorio por debajo del río Ebro, mientras que Roma todo lo que estuviese por encima de este. Tras su asesinato, fue tarea de Aníbal (hijo de Amilcar y cuñado de Asdrúbal el Bello), continuar con la conquista de la península Ibérica y pacificar los territorios sometidos.

Zonas de Influencia Romana y Cartaginesa

Resulta que entre las cláusulas se precisaba la neutralidad de la colonia griega de Sagunto, la cual permanecía bajo protección romana. Aníbal hizo caso omiso a lo acordado y asedió la ciudad, lo cual significó la excusa perfecta para una declaración de guerra a Cartago por parte de Roma.

Representación del Sitio de Sagunto (219 a.C.)

En el año 219 a.C., Aníbal Barca deja Hispania a cargo de su hermano Asdrúbal Barca, y se embarca en la imposible misión de cruzar los Pirineos y encaminarse hacia los Alpes, liderando una colosal avanzada compuesta por más de 100 000 efectivos, incluyendo elefantes. Aníbal venció a las defensas romanas en el Ródano, y luego se internó en los Alpes, evitando el mar en todo momento.

Por otro lado, la defensa romana liderada por Escipión el Africano y Lucio Emilio Paulo, intentó cortar las líneas de suministros de Hispania, las cuales abastecían a Aníbal. El general cartaginés, tras cumplir la irrealizable tarea de cruzar los Alpes, llegó a la ciudad de Cannas.

En el año 216 a.C., las fuerzas de Aníbal asestaron una victoria impresionante contra los romanos. La Batalla de Cannas es considerada una de las batallas más brillantes, desde una perspectiva estratégica, de todos los tiempos. Comparada incluso, con la victoria de Alejandro Magno en Gaugamela contra el rey persa Darío III.

Batalla de Cannas (216 a.C.)

Aníbal asoló el sur de Italia por varios años, pero nunca llegó a poner un pie en Roma. Mientras tanto las fuerzas romanas de Escipión el Africano, habían logrado expulsar a los cartaginenses de Hispania, tomando Cartago Nova y Gades en el proceso.

Aníbal tuvo que dejar Italia para acudir al llamado de auxilio de la ciudad de Cartago, ya que el ejército romano de Escipión se había internado en el norte de África. En el año 202 a.C., Aníbal sufrió una decisiva derrota en Zama a manos romanas.

A consecuencia de esta batalla, Cartago tuvo que entregar su flota, ceder Hispania y sus posesiones en el Mediterráneo a Roma, y pagar una enorme indemnización de guerra. Todo ello estaba pensado para que el estado púnico nunca volviera a florecer. Aníbal, por su parte, huyó a Anatolia donde encontró asilo político por parte del rey seléucida Antíoco III el Grande.

Medio siglo después, en el año 149 a.C., Roma reemprendió la lucha contra la debilitada Cartago en una Tercera Guerra Púnica. El general Emiliano Escipión (nieto adoptivo de Escipión el Africano), entró, destruyó e incendió la ciudad púnica por diecisiete días. A partir de ese momento, Cartago pasaría a formar parte de la provincia romana de África.

Referencias Bibliográficas

Anónimo (2013). República romana. Recuperado el 13 de Diciembre de 2020 en https://www.ecured.cu/Rep%C3%BAblica_romana#:~:text=El%20inicio%20de%20la%20Rep%C3%BAblica,a%C3%B1os%2C%20hasta%20el%2027%20a

Academia Play (2019). Guerras Púnicas. Roma vs. Cartago. Recuperado el 28 de Diciembre de 2020 en https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=PWBRArka4dQ&list=PLjLyoQYRQNuon4f1HUHbg3dmOtMxZgOJG&index=18&t=0s

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