De los Pueblos Nórdicos al Ataque de Lindisfarne
En el norte de Europa se encuentra una región que los romanos llamaron Escandinavia. En esta zona gélida e inhóspita del planeta habitaron los llamados pueblos nórdicos, de procedencia indoeuropea. Estas etnias guardaban relación con los pueblos germánicos que invadieron al Imperio Romano de Occidente en el Siglo V, esto es sabe gracias a las similitudes lingüísticas entre el danés, el noruego y el sueco con el alemán, el neerlandés o el inglés. Es más, se teoriza que varios de los pueblos germánicos provienen de ciertas zonas en Escandinavia, por ejemplo los vándalos de Vendel, los burgundios de la isla de Bornholm, los jutos de Jutland, o los godos de Gotland.

Tiempo después de la caída del Imperio Romano de Occidente, los nórdicos entraron a un periodo de transición conocido como la Era de Vendel, que transcurrió desde el 550 al 793. En este periodo, los nórdicos se aislaron del resto de Europa, aunque no se mantuvieron ajenos a la llegada de misioneros católicos, quienes intentaron sin éxito convertir a los paganos escandinavos. Es una etapa de poca documentación, en donde la mayoría de la información obtenida viene a través del folklore mitológico, destacando el poema de Beowulf.
Los vikingos irrumpieron violentamente al panorama de la Europa cristiana en el año 793, con el ataque al Monasterio de Lindisfarne, en el Reino de Northumbria (norte de Inglaterra). Los invasores masacraron a varios monjes, esclavizaron a los supervivientes, y rapiñaron todo objeto de valor que encontraron. El despiadado ataque pronto generó gran conmoción en toda Europa, y dio inicio a lo que llamamos Era Vikinga.
Los Grandes Saqueos
Lindisfarne solo fue el primero de una serie de ataques vikingos, siendo las poblaciones anglosajonas las más afectadas. Poco tiempo después, los vikingos saquearon los monasterios en Jarrow y Monkwearmouth, ubicados en el Reino de Northumbria. Para luego dirigirse contra los pictos o escoceses, a quienes asaltaron en la isla de Iona, y en sus asentamientos en las islas Hébridas. Los celtas irlandeses también se vieron perjudicados, a quienes atacaron en la isla de Rathlin, y en el Monasterio de Inishbofin.
Ellos utilizaron la técnica del strandhogg, o guerra relámpago vikinga. Generalmente, iniciaban enviando espías disfrazados de comerciantes para que logren identificar los mayores botines, pronto los vikingos aparecerían en pueblos y ciudades costeras junto con su flotilla de drakkars (cabe resaltar que ”vikingo” significa literalmente ”el que frecuenta una bahía”), tras desembarcar en las playas, ellos saqueaban el territorio, y asesinaban a quien se cruce por su camino.

Estos saqueadores daneses y noruegos eran temerarios por naturaleza, ya que su actitud valiente y fatalista les llevaba a asumir grandes riesgos con poca cautela. Eran sanguinarios, despiadados, y al estar adecuados a las tierras traicioneras de Escandinavia, vivían con un instinto de supervivencia mucho más afinado que las de sus vecinos continentales.
Por otro lado, los vikingos desarrollaron un tipo de embarcación más ligero, veloz, moderno y versátil, se trataba de los drakkars, o barcos dragón. Eran estrechos navíos construido a partir de tablones de roble, poseyendo una larga quilla que le daba estabilidad al drakkar, y una gran vela central. Estaban diseñados para navegar en aguas poco profundas, lo que les permitió remontar ríos, como el Sena o el Guadalquivir, con mucha facilidad y velocidad. Con ellos podían atracar fácilmente a las costas, de este modo se llevaban a cabo ataques sorpresa sin darle muchas oportunidades de reaccionar a las víctimas. Y gracias a que popa y proa eran básicamente idénticas, se podía avanzar en sentido contrario sin necesidad de dar la vuelta.

El único estado nórdico parcialmente consolidado a inicios de la Era Vikinga fue Dinamarca, pero no se sabe con certeza si los primeros reyes escandinavos realmente existieron, ya que sus hazañas chocan con el límite de la leyenda y no hay suficiente documentación como para confirmar total veracidad su existencia. Pero de lo que sí se tiene constancia, es que Dinamarca fue el estado escandinavo más organizado y esplendoroso. Ya que sus puertos mercantes se convirtieron en importantes centros de intercambio del Mar del Norte; y además poseía extensas y llanas tierras de cultivo, a diferencia de su vecinos noruegos y suecos.
Mientras varias expediciones tenían fines bélicos, también era bastante común viajar en drakkars para realizar importantes acuerdos comerciales. Hablamos de nórdicos pacíficos que se dedicaban a la agricultura, la ganadería y el comercio; aunque tanto pacíficos como belicosos disfrutaban beber hidromiel, una bebida alcohólica similar a la cerveza pero endulzada con miel.
Ragnar Lothbrok
Uno de los más icónicos caudillos vikingos, gracias a las crónicas de las época y a su participación protagónica en la serie de televisión Vikings, fue Ragnar Lothbrok Sigurdsson, legendario rey de Dinamarca, Noruega y Suecia que gobernó durante el Siglo IX. De acuerdo a las crónicas, se cree que Ragnar fue hijo de Sigrud Hring, quien falleció cuando su hijo tenía apenas quince años. Ragnar empezó a participar de los ataques entre el año 835 y el 840, y es por ello que se descarta su intervención en el ataque a Lindisfarne.
Se tiene constancia que sus principales intereses amorosos fueron Lagherta y la reina Aslaug, con esta última engendraría a sus cuatro renombrados hijos: Björn, Halfdan, Ívar y Ubba. Todos estos hijos continuarían con el trabajo de su padre, y asolarían toda Europa, desde Italia hasta Inglaterra.

Tras la muerte de Carlomagno en el 814, el Imperio Carolingio atravesaría una serie de cruentas guerras civiles entre los nietos del fallecido emperador. El debilitado imperio fue presa fácil para los vikingos, quienes comenzaron a realizar predatorias incursiones desde el Mar Báltico y el Mar del Norte.
Saquearon Utrecht y Ruán, obligando a los francos a fortalecer la desembocadura de los ríos Rin, Loira y Charente, pero esto no impidió que los vikingos saquearan Dorestad, Hamburgo y Amberes; hasta lograron recorrer el Loira y llegar hasta Nantes, ciudad que rapiñaron e incendiaron. Incluso, en el 845, los vikingos remontaron el río Sena hasta llegar a París, esta ofensiva, compuesta por 120 drakkars y 500 hombres, estaba supuestamente dirigida por Ragnar Lothbrok.
Para evitar el saqueo y la destrucción de la ciudad, el rey de los francos occidentales Carlos II el Calvo, se vio obligado a pagarle a Ragnar un tributo o ”danegeld” de 7000 libras de oro. Pronto se volvería común que varios reyes o señores feudales pagasen un rescate a los vikingos para así impedir que estos atacaran.

Hispania también sufrió de devastadores incursiones vikingas. En aquel tiempo la vieja provincia romana de Hispania estaba dominada por los árabes de la Dinastía Omeya, quienes rebautizaron su territorio en la península como Al Ándalus; mientras que el norte se había formado un estado cristiano compuesto por hispanogodos que huyeron de la invasión musulmana, llamado Reino de Asturias. Alrededor del año 850, los vikingos entraron al panorama español, asaltaron primero el Reino de Asturias de Ramiro I, saqueando ciudades en Galicia y Cantabria, tales como Gijón; afortunadamente fueron detenidos por las fuerzas asturianas, desviándolos hacia el sur. Poco después los vikingos asaltaron Lisboa, luego se dirigieron a Cádiz, donde recorrieron todo el río Guadalquivir hasta llegar a Sevilla, dejando la ciudad totalmente desvalijada y a sus mezquitas en ruinas.
Los vikingos volvieron diez años después, esta vez llegando hasta las Columnas de Hércules (Gibraltar), entrando en contacto por primera vez con el mar Mediterráneo. Con Björn Ragnarsson (hijo de Ragnar) a la cabeza, los vikingos lograron asaltar Algeciras, las islas Baleares, Narbona, Burdeos, Arlés, la Toscana italiana, e incluso lograron recorrer el río Ebro hasta llegar a Pamplona, donde apresaron al rey García Íñiguez de Navarra, y no lo liberaron hasta el pago de un rescate.
Durante los siguientes dos años, Ragnar y los suyos, asolaron las costas francesas y la zona de Frisia. En el 865 desembarcaron en el Reino de Northumbria, donde Ragnar, al tener un ejército inferior en números, fue derrotado y hecho prisionero del rey anglosajón Aelle de Northumbria, quien terminó ejecutando al mítico vikingo al arrojarlo a un pozo de víboras.

Conquistas y Colonización
Si bien es cierto que los vikingos fueron saqueadores y piratas que incursionaron por Europa en busca de botines y riquezas, a finales del Siglo IX comenzaron a tener modalidades de conquistadores y colonizadores. Tras haber explorado las islas británicas, incendiando ciudades y rapiñando monasterios, comenzaron a fundar próspera colonias y ciudades, como Cork, Vestjorden (actual Wexford), y Dubh Linn (actual capital irlandesa de Dublín).
Alrededor del año 867, una gran expedición vikinga desembarcó en las costas inglesas, se trataba del llamado Gran Ejército Pagano, liderado por Ívar el Deshuesado y Halfdan Camisablanca Ragnarsson, ambos vástagos del semi legendario Ragnar Lothbrok. Su objetivo era tomar Eoforwic, la capital del Reino de Northumbria. Tras masacrar a los habitantes anglosajones, se hicieron con el control del reino y rebautizaron el lugar como Danelaw, el territorio de la ley danesa, y la capital de Eoforwic fue renombrada como Jorvik.
El rey Aelle de Northumbria (el mismo que ejecutó a Ragnar años atrás) intentó a hacer frente a la invasión danesa, pero su ejercito fue derrotado y Aelle fue capturado. Los hijos de Ragnar, quienes comandaban la invasión, sometieron al rey Aelle a la sanguinaria tortura del ”Águila de Sangre” como venganza por la muerte de su padre.

El Gran Ejército Pagano no sólo se contentó con Northumbria, sino que también conquistaron el norte de Mercia, y el Reino de East Anglia. Este estado de Danelaw, existiría por poco menos de un siglo, teniendo encontronazos sucesivos con el Reino de Wessex, último reino anglosajón libre del control vikingo.
Mientras los noruegos y daneses exploraban por Europa, saqueando y conquistando territorio, los vikingos suecos optaron por aventurarse hacia el este. Estos vikingos suecos, llamados varegos o buhoneros por los pueblos eslavos, lograron fundar la Gran Ruta Comercial del Este, la cual atravesaba los ríos Volga y Dniéper, y acababa en Constantinopla, llamada Miklagard por los varegos y Tsargrad por los eslavos.

Uno de estos varegos, Rúrik, fundó la ciudad de Nóvgorod en el año 862; para más adelante hacerse con la ciudad eslava de Kiev. Tras unir a varias de las poblaciones eslavas y jázaras que habitaban entre el Volga, Don, Dniéper, y el sur de la zona de Fenoscandia, los varegos fundaron el principado de la Rus de Kiev en el 882, el predecesor del futuro estado ruso. Su primer príncipe fue el varego Oleg de Nóvgorod, cuñado de Rúrik, y fundador de la Dinastía Rúrikida.
Si bien es cierto que los varegos rus eran grandes guerreros como sus primos noruegos y daneses, destacaron en el comercio internacional. Se fortalecieron gracias a sus relaciones comerciales con el Imperio Bizantino y con el Califato Abasí, se cuenta ”que su red de intercambios llegaba hasta Bagdad”. Codiciaron las riquezas de Constantinopla, e incluso intentaron tomar la ciudad en dos ocasiones, pero sus pequeños drakkars fueron fulminados por los barcos imperiales de guerra bizantinos equipados con fuego griego. No obstante, varios emperadores bizantinos quedaron impresionados con su destreza y feracidad, y terminaron contratándolos para servir en el cuerpo de defensa personal de élite, conformando la Guardia Varega.
En aquellas fechas Dinamarca, Noruega y Suecia no lograban consolidarse en estados sólidos y unidos, aunque eso comenzó a cambiar debido al ascenso al trono de una serie de reyes que entendieron su mandato de una forma distinta que la de sus predecesores. Destaca el vikingo Harald I Cabellera Hermosa, quien tras la Batalla de Hafsjord del año 872, logró unificar toda Noruega.

Harald I constituyó un estado tiránico, y realizó una serie de purgas dentro de la población, quienes no tardaron de huir de su patria. Montados en las embarcaciones knarr, similar al drakkar pero de mayor tamaño, llegaron a las islas Shetlands, las Feroe, las Orcadas, las Hébridas en el norte de Escocia, e incluso arribaron – en el 874 – a una gran isla en el sur del Océano Ártico a la que bautizaron Islandia, o tierra de hielo. El vikingo noruego Ignlfur Arnanson, fundó la colonia de Reikiavik (nombre que significa ”Bahía de Humo” debido a las fuentes termales de la zona) la cual acogió a colonos noruegos. El lugar se convirtió en una mancomunidad un tanto anárquica, ya que prácticamente se volvió un territorio sin ley.
Por otro lado, en el 911, Rollón el Errante, también conocido como Rollo el Caminante, logró formar el Ducado de Normandía, tras firmar un pacto con el rey francés Carlos III el Simple. Se dice que Rollo medía más de dos metros, pesaba más de 140 kilogramos, y que no había montura capaz de soportar tal peso. Rollo se bautizó cristiano, tomó como señor al soberano francés, y estableció a sus hombres en el norte de Francia. Estos vikingos normandos se integrarían exitosamente a la sociedad francesa, adoptando su estilo de vida.

Cerca de un siglo después, concretamente en el año 1030, estos vikingos de la Dinastía Normanda llegaron al sur de Italia, disputada entre lombardos, árabes sicilianos y bizantinos. Un grupo aventureros y mercenarios normandos, dirigidos por Ranulfo Drengot, fueron reclutados por el duque lombardo Sergio IV de Nápoles en su lucha contra los bizantinos. Como recompensa por sus servicios, el napolitano les concedió la fortaleza de Aversa, en la Campania. Treinta años después otro conquistador normando llamado Roberto Guiscardo, subyugó todo el sur de Italia e incluso logró arrebatar Sicilia a los musulmanes del Emirato de Sicilia, aunque no se logró formar un estado centralizado. Estos ducados normandos del sur de Italia no lograrían ser unificados hasta 1130, con la subida al trono de Roger II de Sicilia, quien fundó el Reino Normando de Sicilia.

Erik el Rojo y la llegada a América
Como ya mencioné, a finales del Siglo IX e inicios del Siglo X, una serie de colonos de procedencia noruega llegaron a la isla de Islandia. Como se trataba de un territorio anárquico, los habitantes islandeses constituyeron una asamblea llamada Althing, una suerte de tribunal de justicia popular. Entre los castigos más comunes, se encontraba el destierro.
Ese fue el caso de Erik el Rojo, quien tras asesinar a dos hombres en un ajuste de cuentas, fue expulsado de Islandia por el Althing, evento sucedido en el año 980. Este vikingo, optó por explorar el oeste y encontró un territorio masivo que bautizó como Groenlandia, la tierra verde, un nombre sumamente falaz y fraudulento, ya que se trataba de un territorio gélido y climatológicamente inhóspito. La idea de este nombre engañoso, era para que a otros vikingos incautos les entusiasmara la idea y también migraran.
Erik y los suyos se instalaron en Groenlandia, pero sus asentamientos no fueron muy prósperos, especialmente por el mal clima y las pésimas cosechas. Quien continuaría con la exploración del oeste fue su hijo Leif Eriksson apodado ”el afortunado”, partiendo de Islandia – alrededor del año 1000 – cruzando el Atlántico Norte, y llegando a la Isla de Baffin, la cual bautizó como Helluland ”tierra de piedras planas”. Poco tiempo después dejó Baffin para redirigirse rumbo al sur, llegando a la isla de Newfoundland en la actual Canadá, territorio que bautizó con el nombre de Vinland, debido a las bayas dulces que encontró.

Hasta el Siglo XX, se creyó que la llegada de los vikingos a América, 500 años antes que Cristóbal Colón, era poco más que un mito. Pero gracias a los descubrimientos arqueológicos en L’Anse aux Meadows, o la Ensenada de las Medusas, se logró descubrir una aldea de estilo nórdico en la isla de Newfoundland, confirmando la teoría de Vinland.
Se cree que los vikingos terminaron abandonando estas tierras canadienses gracias a sus malas relaciones con los nativos americanos, y a posibles conflictos internos.

Ocaso Vikingo
En el año 927, el rey de Wessex, Athelstan el Glorioso, logró derrotar a los daneses del Reino de Danelaw, y unificar toda Inglaterra bajo un solo cetro. Aunque los vikingos realizarían diversas incursiones para volver a recuperar Jorvik. Pero de momento todas fracasaron.
A partir del Siglo X iniciaría un proceso paulatino de cristianización vikingo, que vino de la mano con la consolidación de los estados nórdicos, en monarquías medievales propias de Europa. Como mencioné previamente, el primer estado nórdico unificado fue Noruega con Harald Cabellera Hermosa en el 872, quien le siguió fue Dinamarca con Gorm el Viejo en el 936, y por último, Suecia con Erik el Victorioso allá por el 970. Los descendientes de estos reyes comenzarían a adoptar al Cristianismo como religión, iniciando un proceso que recién culminaría en el Siglo XIII, con la fundación de las arquidiócesis de Suecia, Noruega y Dinamarca.

En el año 1013, el rey de Dinamarca Svend I Barba Partida (nieto de Gorm) logró, tras una ardua campaña, conquistar Noruega; pero no solo se conformó con estos dos grandes reinos escandinavos, sino que también fue a por Inglaterra la cual conquistó tras derrotar al anglosajón Etelredo II el Indeciso.
El hijo de Svend, Canuto II el Grande, continuó con el legado de su padre consolidando un fuerte estado anglo escandinavo entre Inglaterra, Dinamarca y Noruega, nación conocida como el Imperio del Mar del Norte. Este periodo duraría hasta el año 1042, año donde Inglaterra fue recuperada por los propios anglosajones, mientras que Noruega fue recuperada poco antes por el pretendiente Magnus I.
Quien se coronó como rey de Inglaterra fue Eduardo el Confesor, este soberano reinó hasta inicios del año 1066. Sucedió que el rey había muerto sin dejar herederos y habían tres candidatos que se disputaban el trono: el anglosajón Harold Godwinson, conde de Wessex, el duque Guillermo de Normandía, y Harold III Hardrada, rey de Noruega. Se suele establecer el fin de la Era Vikinga con la muerte de Harald Hardrada en la Batalla de Stamford Bridge a manos de los anglosajones de Harold Godwinson.
Pero el conflicto aún no acababa: el tercero en discordia, Guillermo de Normandía, invadió Inglaterra, y se encontró, en el pueblo de Hastings, con el ejército anglosajón. Quien venció fue Guillermo I, quien se proclamó rey de Inglaterra, instaurando así la Dinastía Normanda. Esta dinastía duró cerca de un siglo, hasta que el trono fue arrebatado por los Plantagenet.
Reflexiones del Autor
La influencia de los vikingos, junto con los legados culturales de las civilizaciones griega y romana, así como los aportes del cristianismo, ha sido ampliamente reconocida como un factor determinante en la formación de la Europa moderna. Su impacto en la historia universal es innegable, manifestándose a través de incursiones en busca de botines y ambiciones expansionistas. La intervención vikinga, en particular, ha dejado una impronta significativa en naciones como Inglaterra y Rusia, cuyas trayectorias históricas serían inconcebibles sin su influencia.
Asimismo, en la Era Vikinga se pueden detectar algunas raíces del desarrollo político, económico y social de ciertos países nórdicos. La libertad religiosa relativa, la innovación tecnológica, la destacada habilidad para navegar grandes distancias, el reconocimiento de las mujeres con un mejor status social y una actitud más humanitaria hacia los esclavos, son aspectos notables que emergieron en la sociedad vikinga.
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