La Dinastía Julio-Claudia

En el año 27 a.C., la República Romana dejó de existir, transformándose en un sistema despótico, militarista e imperialista con la apariencia de una república restituida. Augusto ofreció devolver sus poderes de emergencia al senado bajo el Restitutio Res Publicae, pero el senado se negó, ya que lo necesitaban en el poder para mantener la paz y el orden, y así evitar que Roma decaiga en una nueva guerra civil. Augusto, formalmente, nunca aceptó el poder absoluto, pero en la práctica lo ejerció. El emperador aseguró su poder manteniendo un fuerte equilibrio entre la fachada republicana y la realidad de una monarquía dinástica.

Augusto Princeps

Augusto gobernó Roma a través de tres poderes (instaurados por él en el 23 a.C.): el poder tribunicio perpétuo, el poder proconsular, y el poder de pontífice máximo (el cuál obtuvo en el 12 a.C., tras la muerte de Lépido). De esta forma, Augusto pretendía aliviar al senado de las grandes responsabilidades que suponían gestionar un inmenso imperio que se extendía desde la Galia hasta Armenia. El objetivo era que los territorios conquistados recaigan en un poder único: el del emperador.

Tras su victoria en la Batalla de Accium, contra Marco Antonio y Cleopatra, Roma había entrado en una época de estabilidad y esplendor conocida como la Pax Augusta. Durante este tiempo, Augusto aprovechó para redactar una serie de reformas institucionales, militares, religiosas y civiles; como por ejemplo, formar su propia guardia imperial de escolta: la Guardia Pretoriana. Del mismo modo, fomentó el culto a deidades en desuso, y además llevó a cabo una serie de reformas en favor de la plebe: instauró juegos, fiestas, y prefirió la contratación de mano de obra ciudadana en vez de esclava.

Augusto también motivó la creación del aparato burocrático romano, el cual en tiempos republicanos estaban gestionados por los publicanos, es decir, ciudadanos privados. La mayoría de estos nuevos cargos serían ocupados por miembros del Orden Ecuestre, de esta forma el senado veía sus poderes altamente reducidos.

Intentando ”aliviar” al senado de la gestión de las nuevas provincias añadidas durante las cuatro guerras civiles, Augusto decidió formar dos tipos de provincias: las senatoriales y las imperiales. Las primeras serían administradas por el senado en Roma; y las segundas caerían bajo la jurisdicción administrativa directa del emperador, quien a diferencia del Senado tenía la capacidad de movilizarse por todo el imperio.

Además, fue durante la Pax Augusta, donde el emperador aprovechó para llevar a cabo una serie de campañas y expediciones militares, así como reforzar las relaciones diplomáticas con imperios vecinos. Una de ellas fueron las Guerras Cántabras, en el norte de Hispania; ahí Augusto, personalmente, se enfrentó a una serie de pueblos celtíberos en Asturias y Cantabria. Además, se reforzó el control romano en los Alpes, y las fronteras romanas se extendieron considerablemente en los Balcanes y en Germania. Durante el gobierno de Augusto, los romanos conquistaron Retia, Nórica, Panonia, Renania, Tracia y Mesia, gracias a ello la frontera se extendió hasta el río Danubio, el cual se convirtió en frontera natural del Imperio Romano por los seis siglos siguientes.

En el 23 a.C., Augusto envió a su hijastro Tiberio a negociar con el rey Fraates IV de Partia, y se acordó que la paz se mantendría si ningún imperio cruzaba el río Éufrates. Además, como acción de buena voluntad, Fraates le devolvió a los romanos las insignias perdidas por Craso en la Batalla de Carras (sucedida en el 53 a.C.). Augusto colocó todos los estandartes e insignias en el Santuario de Marte el Vengador.

Asimismo tuvo grandes desastres militares, la mayoría en Germania. En el año 9 d.C., el Imperio Romano fue derrotado en la Batalla de la Selva de Teutoburgo, donde perecieron tres legiones enteras luchando contra los bárbaros. Cinco años después, en el 14 d.C., Augusto falleció en Nola dejando el imperio en manos de su hijastro Tiberio.

Tiberio

Originalmente el sucesor de Augusto iba a ser su yerno, Marco Agripa, pero este murió en el 12 a.C. Los siguientes en la línea de sucesión eran los hijastros de Augusto: Druso el Mayor y Tiberio. Pero cuando Druso murió al caerse de su caballo en el río Elba, Tiberio tuvo vía libre para ser el siguiente césar.

Durante su reinado, Tiberio usó el asesinato como arma política, para así librarse de sus opositores. Un gran problema para Tiberio fue que este no contaba con los logros de Augusto, y tuvo que buscar un motivo para legitimar su poder, es por ello que el reinado Tiberio significó el verdadero cambió entre el régimen republicano y el imperial.

Busto de Tiberio, emperador de Roma

Tiberio había nombrado sucesor suyo a su sobrino Germánico, hijo de su hermano Druso el Mayor. Pero tras una misión diplomática en Armenia, Germánico fue envenenado en Antioquía por Calcurnio Pisón, gobernador romano de Siria. Tras la muerte de Germánico, la cuestión de la sucesión volvió a ser un problema para Tiberio, hasta que nombró como sucesor a su hijo, Druso el Joven. Pero este también terminó muriendo. Con la línea de sucesión prácticamente vacía, se iniciaron una serie de conspiraciones contra el paranoico emperador.

El emperador recurrió a la lex de Maiestate, ley restaurada por el propio Tiberio para tratar los crímenes por traición, mala gestión política, y ataques contra la familia imperial. Las penas podían ir desde la confiscación de bienes hasta la ejecución.

Tiberio vio que su posición peligraba, y desde el 26 d.C. comenzó a gobernar desde la isla de Capri, frente a las costas napolitanas. Mientras Tiberio se refugiaba en la Villa Jovis (su palacio en Capri), su prefecto del pretorio, Sejano, se encargó de la administración en Roma y de los juicios por traición. Sejano también terminó siendo ejecutado por Tiberio, en el 31 d.C., debido a que se rumoreaba que el prefecto estaba orquestando una conspiración en contra del emperador.

Cabe resaltar que fue durante el reinado de Tiberio, específicamente en algún punto entre el 30 d.C. y el 33 d.C., cuando ocurrió un evento de alta trascendencia en la historia. Se trata de la crucifixión de Jesucristo a las afueras de Jerusalén, en la provincia romana de Judea. Su crucifixión y posterior resurrección darían lugar al Cristianismo, una religión monoteísta abrahámica que se desprendió del Judaísmo.

Tiberio terminó muriendo en el 37 d.C., con la sucesión en manos del hijo de Germánico, y sobrino nieto de Tiberio, Calígula. La causa de la muerte de Tiberio es bastante difusa, ya que no se sabe si fue por temas de salud (ya que el emperador contaba con 77 años) o por asesinato, a manos de Macrón, jefe de la Guardia Pretoriana.

Calígula, el emperador loco

El testamento de Tiberio dictaminaba que Calígula gobernase en conjunto con su nieto, Tiberio Gemelo. Pero Macrón y Calígula lograron invalidar el testamento frente al senado, argumentando que una diarquía traería inestabilidad y una posible guerra civil; de esta forma Calígula gobernó en solitario.

Al senado no le supuso un problema apoyar a Calígula, ya que varios senadores se habían enemistado con Tiberio. Con razón, ya que hablamos de un emperador ausente, el cual pasó sus últimos once años de gobierno en Capri sin pisar Roma, y que enviaba cartas al senado acusando a ciudadanos influyentes de traición y exigiendo su ejecución.

Sus primeros meses de gobierno fueron bastante favorables, ya que le concedió amnistía a varios acusados de traición por Tiberio, construyó acueductos y caminos, y organizó juegos y fiestas para el pueblo. Además, renovó una tradición que hacía mucho tiempo que no se celebraba: los juegos de gladiadores.

Busto de Calígula, emperador de Roma

Pero fue después de una terrible enfermedad que casi termina con él, que Calígula tomaría el sendero de la locura. Creyó que había sido intoxicado adrede producto de una conspiración, y vió a Tiberio Gemelo y a Macrón como los posibles responsables. El primero fue inducido al suicidio, y el segundo ejecutado.

Según el historiador Suetonio, entre las decisiones peculiares que tomó Calígula se encuentra el hecho de haberle declarado la guerra a Neptuno, dios del mar, para así conseguir gloria propia; además se encuentra el hecho de haber designado a su caballo Incitatus como cónsul. Por otro lado, resultó ser un desastre, diplomáticamente hablando, ya que asesinó al rey vasallo Ptolomeo de Mauretania durante su visita a Roma, para así anexar sus territorios.

Asimismo, su extravagante estilo de vida terminó costando mucho a la economía romana. Ya que envió a construir estatuas, templos, monumentos en su honor, y hasta dos lujosos palacios flotantes, donde se dice que realizaba fiestas y orgías. Sus gustos terminaron vaciando las arcas del estado. Uno de estos costosos proyectos fue iniciar la construcción del Circo de Nerón, el cual acabaría este último.

Representación del Palacio Flotante de Calígula

Para solucionar la crisis fiscal, Calígula trajo devuelta los juicios por traición de su predecesor. Ya que si estos eran encontrados culpables, el estado incautaba sus bienes. De esta forma perdió el sustancial apoyo del pueblo, el cual suponía la columna vertebral de su poder.

Para recuperar su prestigio, organizó una campaña en Britania, isla que ni el propio Julio César logró conquistar. Pero resultó ser un estrepitoso fracaso, y para venderlo como un éxito hizo que sus soldados recogieran conchas del Canal de la Mancha y disfrazó a varios de sus hombres como britanos para lucirlos como trofeos de guerra.

Calígula terminó siendo asesinado por su Guardia Pretoriana en el 41 d.C., mientras se celebraban unos juegos. Fue su tío Claudio (hermano de Germánico) quien sucedió a Calígula, al conseguir el apoyo de la Guardia Pretoriana.

Claudio

Claudio llegó al poder en el 41 d.C., tras ganarse el apoyo de los pretorianos. Fue objeto de burla por ser cojo, tartamudo, aficionado al vino, e incluso fue acusado de ser controlado por sus esposas (durante su reinado llegó a tener hasta cuatro). Todo ello le canjeó una fuerte oposición senatorial. Pero lo que el senado desconocía era que Claudio llegaría a ser de los mejores emperadores en la historia de Roma.

La historiografía moderna le atribuye a Claudio una serie de méritos, ya que tuvo una visión universalista e inclusiva del imperio. Buscaba la integración de los ciudadanos provinciales, e hizo más accesible la adquisición de la ciudadanía romana.

Logró hacer al aparato de estado mucho más estable, creando departamentos administrativos dedicados a la gestión del extenso imperio. Entre estas nuevas oficinas se encuentran: a rationibus, a libellis, ab epistulis, y a studiis. Los puestos de estas oficinas estaban destinadas a los ecuestres (la clase media), quienes recibieron una serie de beneficios durante el reinado de Claudio, por ejemplo los puestos de procuradores y gobernadores provinciales fueron más accesibles para esta clase media, quienes en su mayoría eran de procedencia griega.

Estatua de Claudio, emperador de Roma

Otro mérito de Claudio fue que, a partir del año 43 d.C., logró formar los primeros asentamientos romanos en Britania. Algunos de estos asentamientos fueron Londinium, actual Londres, o Camulodunum, actual Colchester. Fue en Camulodunum donde Claudio levantó el primer templo romano de Britania: el Templo del Divino Claudio, en el 53 d.C.

La conquista de Britania no fue sencilla, ya que las fuerzas romanas tuvieron que enfrentarse a diversas tribus celtas de la región como britanos o pictos. Una tribu britana, los catuvellauni (liderados por su caudillo Carataco), ofrecieron una osada resistencia a los romanos y terminaron retrasando el avance romano en la isla por más de una década.

Mapa del Imperio Romano

Además durante sus campañas en el Rin, Claudio fundó la Colonia Claudia Ara Agripinensium, actual ciudad alemana de Colonia. Esta ciudad fue nombrada en honor a su mujer, Agripina la Menor.

Se teoriza que fue Agripina quien envenenó a su marido, en el 53 d.C., para que el hijo de esta, Nerón, sea emperador.

Nerón

En el año 54 d.C. se consolidó la asención de Nerón al trono imperial; Claudio había dispuesto que Nerón gobierne en conjunto con su hijo Británico. Pero el hijo del difunto emperador fue envenenado por Nerón, para así gobernar en solitario.

Nerón fue un reformista, pero al mismo tiempo sentía una aversión a la innovación. Él inició un programa político, filosófico y religioso, en la que aseguraba que el poder debía de ser, de facto, centralizado en un individuo: él. Durante su reinado los dogmas políticos volvieron a basarse en los valores teocráticos helénicos. Incluso, buscó anteponer la competición individualista y la vanagloria hacia su persona como código social, en perjuicio del mos maiorum (el cual era un conjunto de reglas civiles que se traducía como ”la costumbre de los ancestros”).

Nerón fomentó una serie de juegos y festividades, del modelo griego, para que de esta forma se impulsen sus nuevas reformas. Incluso llegó a crear juegos dedicados a él, en el 59 d.C., los neronias. Hasta llegó a participar en varios juegos olímpicos.

Busto de Nerón, emperador de Roma

Por otro lado, Nerón tuvo que calmar varias insurgencias en las provincias. En el año 60 d.C., en Britania, un reina celta llamada Boudica lideró un rebelión contra los romanos asentados en el sur al unificar a varias tribus britanas. Mas no pudieron hacerle frente a los romanos, ya que los celtas acabaron siendo derrotados en la Batalla de Watling Street. La reina y los suyos se replegaron al norte, a Caledonia, donde se enfrentaron en diversos avatares contra los pictos.

Otra insurgencia que fue apaciguada durante el reinado de Nerón fue en Judea. En el año 66 d.C. estalló la Primera Guerra Judeo-Romana, esencialmente por dos motivos: la aparición de un movimiento radical de corte teocrático en Judea (los zelotes), y el hecho que el procurador romano de Judea había robado parte del tesoro del Templo de Salomón. Nerón envió al General Flavio Vespasiano, en compañía de su hijo Tito, a sofocar la revuelta.

El verdadero punto de inflexión para Nerón ocurrió en el 64 d.C., en el archiconocido Gran Incendio de Roma, en el cual se cuenta que mientras Roma ardía en llamas Nerón se encontraba a la distancia tocando la lira. Dicho incendio arrasó tres barrios enteros, se teoriza que fue el mismo Nerón quien causó estos incendios para iniciar ciertas reformas urbanas y para construir la Domus Aurea, un colosal palacio.

Sin embargo Nerón utilizó a los cristianos como chivo expiatorio (para así desviar su propia culpa hacia un colectivo que de por sí ya era marginado), ya que su barrio hecho de piedra no se vio tan perjudicado por el incendio. Fue Nerón quien inició una de las más cruentas persecuciones hacia los cristianos, una de aquellas víctimas fue el Apóstol San Pedro, quien fue crucificado boca abajo en Roma por orden del propio emperador.

Crucifixión de San Pedro, cuadro de Caravaggio

El despotismo indiscriminado de Nerón, su extravagante y costoso estilo de vida, la marginación del propio senado, y el populismo excesivo, provocaron conjuras, conspiraciones y atentados contra el emperador. Nerón se internó en la paranoia y la demencia, lo que propició una serie de ejecuciones sistemáticas, incluyendo la de su segunda esposa Popea Sabina, la de su viejo tutor Séneca, y la de su propia madre, Agripina la Menor.

La situación se volvió insostenible en el año 68, tras que el gobernador de Hispania, Servio Sulpicio Galba reclamase el trono para restablecer el orden a la delicada crisis política. El senado reconoció a Galba como emperador legítimo y ordenó la prisión y ejecución de Nerón. Nerón, quien vio a su imperio tornarse en su contra, acabó cometiendo suicidio.

La caída de Nerón en tal contexto de crisis, supuso el fin de la dinastía, dinastía iniciada por Augusto. Entre año 68 y el 69 llegarían cuatro emperadores al trono de forma sucesiva, en el llamado Año de los Cuatro Emperadores.

Referencias Bibliográficas

Gilmart, D (2009). La dinastía Julio-Claudia. Recuperado el 26 de Enero de 2021 en https://historicodigital.com/la-dinastia-julio-claudia.html

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