El Imperio Angevino fue uno de los Estados más poderosos de Europa del Siglo XII, fue el resultado de la unión de las herencias que recibió Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra. Esta confederación con rostro de imperio estuvo constituido por el Reino de Inglaterra y por otros Estados feudales franceses que pasaron a manos inglesas por pura herencia: Anjou, Normandía, Aquitania, Nantes, Quercy, Maine, Poitou, entre otros.
La Anarquía y el Ascenso de los Plantagenet
En 1066, una flota de embarcaciones normandas puso pie en Inglaterra. Este poderoso ejército estuvo encabezado por Guillermo el Conquistador, duque de Normandía. La conquista normanda de Inglaterra puso punto final al dominio anglosajón de Britania, dominio que se remontaba a la caída del Imperio Romano. Guillermo fue coronado en la Abadía de Westminster como Guillermo I de Inglaterra, instaurando la Casa de Normandía en el trono de Londres. De este rey son conocidos los imponentes castillos que envió a construir como defensa ante distintos nobles rebeldes. Si bien es cierto que Guillermo se había vuelto rey de Inglaterra, él nunca renunció a sus derechos ducales sobre Normandía, y siguió gobernando ambos Estados como naciones separadas pero unidas a través de su corona.
Tras la muerte de Guillermo en 1087, gobernaron dos de sus hijos: Guillermo II Rufo (1087-1100) y Enrique I Beauclerc (1100-1135). Un problema que caracterizó a la monarquía inglesa durante gran parte de su historia era la falta de hijos varones para heredar el trono; y Enrique I no fue la excepción, ya que su único hijo heredero murió en el hecho conocido como hundimiento de la Nave Blanca, y por consiguiente se interrumpió la dinastía. La muerte de Enrique I dejó un enorme vacío de poder que desencadenó en una crisis sucesoria.


Tras la muerte del rey inglés, varios pretendientes buscaron actuar rápido para apoderarse de la vacante corona antes que sus contrincantes. El más rápido fue Esteban de Blois, nieto de Guillermo el Conquistador por vía materna. La subida al trono del conde de Blois generó una sucesión de acontecimientos que devendrían en la llamada Anarquía inglesa. Esta Anarquía se trató de una guerra civil por la corona inglesa que habían desocupado los reyes de la Dinastía Normanda. Esta contienda se llevó a cabo entre 1135 y 1153, en la cual ocurrió un colapso generalizado de la ley y el orden en Inglaterra y Normandía. Los principales contrincantes de Esteban de Blois, ahora Esteban I de Inglaterra, eran el conde de Anjou Godofredo V y su esposa, la emperatriz Matilde (quien era hija del fallecido rey Enrique I).
Esteban tuvo un reinado tumultuoso, ya que se vio asolado por varios barones ingleses rebeldes, caudillos galeses e invasores escoceses. Aunque la mayor amenaza del nuevo rey eran sus rivales políticos, puesto que Matilde llevó a cabo una invasión a larga escala en Inglaterra en 1139 con apoyo de su marido Godofredo V y su medio hermano, Roberto de Gloucester.

Esta guerra civil fue un periodo oscuro en la historia medieval de Inglaterra, debido a los cruentos escenarios de combate y al colapso de la autoridad real en varias partes del reino. Pronto se convirtió en una guerra de desgaste, ya que varios de los escenarios bélicos se resumieron en asedios a castillos bien protegidos, y por ende, conquistar uno podría llevar varios meses. Por ejemplo destacan las batallas en Lincoln (1141) u Oxford (1142).
Tras dos décadas de conflicto, en los cuales apenas se consiguieron avances importantes, se negoció la paz. En 1153 se firmó el Tratado de Wallingford entre el rey Esteban I y Enrique FitzEmpress, hijo de Matilde. En él se reconoció la soberanía de Esteban, y se acordó que Enrique sería el heredero a la Corona de Inglaterra tras la muerte del primero. Y así se hizo. Tras la muerte de Esteban de Blois en 1154 (un año después de la firma del tratado), Enrique accedió al trono inglés. El ascenso al trono de Enrique supuso la llegada de la Casa de Plantagenet, la cual permaneció en el poder hasta finales del Siglo XIV.
Enrique II y la Formación del Imperio Dinástico de los Plantagenet
Enrique II Plantagenet reinó Inglaterra desde 1154 hasta 1189, siendo hijo del conde francés Godofredo V de Anjou y de la emperatriz Matilde, hija del rey Enrique I de Inglaterra. Matilde había ganado el título de emperatriz al contraer matrimonio con su primer esposo, el emperador Enrique V del Sacro Imperio Romano Germánico. Aunque al morir el emperador de forma inesperada, Matilde contrajo nupcias por segunda vez, esta vez con Godofredo, siendo el nombre Plantagenet un apodo, debido a que el escudo de armas de la familia angevina incluía un tallo de retama (una planta genista).
Enrique II llegó al trono en un momento turbulento en Inglaterra: varios nobles rebeldes se negaban a reconocer su autoridad, el ejército real estaba mermado producto de la Anarquía, y galeses y escoceses habían aprovechado la coyuntura para anexionar territorios fronterizos. Aún así el nuevo rey logró hacer frente a las distintas adversidades gracias a su inteligencia, carácter, carisma, y habilidad para hablar varios idiomas (algo de esperar de alguien que tiene padre francés y madre inglesa).

Además de Inglaterra y Normandía, Enrique heredó las tierras de su padre en Anjou, Maine y la Turena, pero sus ambiciones eran mucho mayores. Invadió Bretaña, y en 1152 contrajo matrimonio con la duquesa Leonor de Aquitania, lo que significaba que todas la posesiones de Leonor pasaron al control titular de su esposo, gracias a las leyes nupciales. De esta forma apareció el Imperio Angevino, como el conjunto de posesiones que acumuló el rey Enrique II por pura cuestión de herencia.

Como se puede apreciar en el mapa, el Imperio Angevino ocupaba un territorio vastísimo que estaba conformado por distintos ducados y condados, los cuales estaba regidos por leyes feudales francesas, las cuales no necesariamente coincidían con las que se regían en Inglaterra, y en muchos casos habían monedas distintas. Para organizar mejor sus territorios, Enrique emparejó la administración de Inglaterra con la de Normandía, donde se crearon cargos equivalentes que cumplían con las mismas funciones ejecutivas y judiciales. Por ejemplo, en la Normandía del Siglo XII aparecieron los bailíos (una especie de agente de administración señorial) los cuales constituyeron una función equivalente a los sheriffs ingleses.
En cuanto a los otros territorios – como Anjou, Gascuña, Aquitania o Poitou -, se configuró un sistema en donde los nobles gozaban del mismo poder que los condes ingleses, de esta forma ninguno era lo suficientemente poderoso como para competir contra la corona. Inglaterra era un caso necesitado de especial atención, puesto que acababa de padecer una guerra civil. En tal sentido, para lograr que la ley se aplicara en los distintos rincones del país, las sesiones jurídicas de Clarendon establecieron en 1166 los principios de la ”common law”.
Además de legislador y administrador, Enrique II también tuvo alma de conquistador. Subyugó Flandes, Bretaña y Toulouse, avasalló Escocia, e invadió Gales en tres ocasiones (1157, 1158 y 1163), en los cuales logró someter a los principados galeses de Gwynedd y Deheubarth. Aunque su campaña más ambiciosa fue Irlanda, la cual fue llevada a cabo con influencia de Roma, puesto que la Santa Sede estaba deseosa de acabar con la herética Iglesia Celta. La invasión a Irlanda se dio en 1171, utilizando como chivo expiatorio un conflicto sucesorio en el Reino de Leinster (Irlanda no era una nación unificada y estaba dividida en distintos reinos). Enrique envió a sus hombres a ocupar varios condados irlandeses en Leinster, como Dublín. De este modo comenzó la paulatina conquista inglesa de Irlanda, la cual no se concretaría hasta el Siglo XVII.
Un personaje relevante del reinado de Enrique II fue Thomas Becket, arzobispo de Canterbury, quien representó la oposición de las interferencias de la monarquía sobre la Iglesia. Antes de la denominación de Becket como arzobispo en 1162, él había servido como canciller a las órdenes de Enrique, y juntos había formado una gran amistad. Todo cambió cuando Becket se hizo arzobispo, ya que su amistad pronto derivó en la confrontación medieval típica entre poderes laicos y eclesiásticos. ”Tomás había intentado defender la independencia de la iglesia y bloquear los intentos de la corona de extraer impuestos de sus tierras e interferir en los nombramientos”. La confrontación no se detuvo hasta el asesinato de Becket en 1170.

El rey Enrique tuvo un gran abasto de herederos, pues con su mujer Leonor engendraron cuatro hijos: Enrique el Joven, Ricardo (futuro Corazón de León), Godofredo y Juan. El testamento real indicaba que Enrique el Joven heredaría Inglaterra, Anjou y Normandía; Godofredo obtendría Bretaña; Ricardo (el favorito de Leonor) tendría Aquitania; y Juan no heredaría nada (de ahí que le llamen John Lackland o Juan Sin Tierra). Pero las disputas que surgieron por el reparto, y las rivalidades de los hijos con su padre, devinieron en una guerra civil.
Enrique el Joven falleció de disentería en 1183, de modo que la sucesión se disputaba entre los otros tres hermanos. El favorito del rey Enrique era Juan, mientras que Ricardo era el preferido de la reina Leonor. Godofredo, quien había sido nombrado duque de Bretaña, intentó sin éxito continuar con sus propias ambiciones para suceder a su padre, pero falleció en un accidente en 1186. En este contexto se armó una conspiración contra la autoridad de Enrique II, la cual incluía a Ricardo, Juan, Leonor y al rey Felipe II de Francia. Teniendo a amigos y enemigos abalanzándose en su contra, Enrique se vio obligado a reconocer a Ricardo como sucesor, para finalmente morir en 1189.
Ricardo I Corazón de León
Tras mover unos cuantos hilos y la inesperada muerte de dos de sus hermanos, Ricardo I fue coronado en la Abadía de Westminster como rey de Inglaterra, habiendo sido ya duque de Normandía y Aquitania, y conde de Anjou y Maine. Cuando fue coronado, Ricardo excluyó a todos los judíos de la ceremonia de la coronación, pero algunos líderes judíos insistieron. En el camino varios fueron agredidos, y pronto se extendió el rumor en toda Londres de que el rey Ricardo I había ordenado la muerte de todos los judíos. La violencia escaló, y Londrés se convirtió en una ciudad manchada con la sangre de varias víctimas, quienes fueron golpeados hasta la muerte, terminaron con sus casas incendiadas, y unos pocos afortunados fueron bautizados forzosamente.

Ricardo logró poner orden a la inestable situación, incluso logró permitir que aquellos judíos forzosamente conversos, puedan volver a profesar el Judaísmo. El rey debía dejar un país estable y con ciertos estándares de paz, puesto que iba a ausentarse un tiempo. Resulta que en 1187, el sultán Saladino de Egipto y Siria logró tomar Jerusalén, de manos de los caballeros cruzados; y por ende, varios reyes europeos se alistaron para partir a Tierra Santa en una tercera cruzada. Ricardo dejó Inglaterra bajo la regencia de su madre Leonor y del canciller William Longchamp, lo que enojó a su hermano Juan, ya que se sentía apartado.
Tras haber hecho todos los preparativos, Ricardo partió a la cruzada en compañía de Felipe II de Francia (ya que ambos temían que el otro conquiste sus territorios durante sus respectivas ausencias). Antes de llegar a Tierra Santa, los ingleses se detuvieron en Sicilia, donde recientemente había llegado al poder el rey Tancredo, quien había apresado a la viuda de su predecesor, la reina consorte Juana Plantagenet, (quien curiosamente era la hermana de Ricardo). El rey inglés tomó represalias y ocupó Sicilia, lo que terminó demorando su llegada a Tierra Santa.
El rey continuó con su viaje a Tierra Santa, pero tuvo que tomar unos desvíos al toparse con una tormenta en el Mar Jónico. La tormenta llevó a Ricardo a encallar en la isla de Chipre, gobernada por el déspota chipriota Isaac Comneno. Los conflictos entre ambos monarcas devinieron en una contienda que acabó con el rey haciéndose con el control de toda Chipre, para luego venderla a los reyes cruzados. Fue ahí donde Ricardo celebró su boda con la princesa Berenguela de Navarra, hija del rey navarro Sancho VI.

Después de distintos contratiempos, Ricardo finalmente llegó a Tierra Santa donde se unió a los otros monarcas cristianos en el asedio a la ciudad portuaria de San Juan de Acre. Tras disputas con sus aliados Leopoldo V de Austria y Felipe II de Francia, Ricardo se encontró solo en la causa de la cruzada. El inglés llevó a cabo una serie de exitosas conquistas en Ascalón, Jaffa, y Arsuf, donde su gran valor en combate fue premiado con el apodo de Corazón de León; pero no se logró tomar Jerusalén. La expedición finalizó con la firma del Tratado de Ramla en 1192, tras el cual Ricardo emprendió el viaje de regreso a territorios angevinos, ya que su hermano Juan había aprovechado su ausencia para conspirar con una usurpación.
El regreso fue tan tumultuoso como la partida, ya que otra tormenta en el Mar Jónico lo obligó a desembarcar en Aquilea, Italia. De ahí, Ricardo no tuvo más opción que aventurarse en el Sacro Imperio Romano Germánico, donde fue sorprendido por su rival, el duque Leopoldo V de Austria, quien lo hizo prisionero. El rey inglés pasó varios meses encerrado en el Castillo de Durnstein, en Austria. El duque no lo liberó de su cautiverio hasta que el Papa Celestino III excomulgó al austríaco por apresar a héroes de la cristiandad. Leopoldo no tuvo más opción que encasquetar a su prisionero al emperador Enrique VI del Sacro Imperio, quien pidió un rescate de 100 000 marcos de plata a la reina madre Leonor (lo que equivalía dos años de impuestos en Inglaterra).

Finalmente Ricardo pudo volver a Inglaterra en 1194, donde gentilmente perdonó a su hermano Juan y lo nombró su heredero. Pero, al llegar a casa, Corazón de León encontró una situación difícil, puesto que su viejo aliado, Felipe II de Francia, había iniciado la invasión de territorios angevinos, como Amiens y Artois. Ricardo articuló un poderoso ejército para dar una contraofensiva, en el cual cooperaron Sancho VI de Navarra, Balduino IX de Flandes y Raimundo VI de Toulouse. Fue una guerra bastante balanceada, puesto que Ricardo y Felipe eran grandes políticos y hábiles en el campo de batalla. Sin embargo, el curso de la contienda cambió repentinamente en 1199, cuando Ricardo falleció en el asedio al Castillo de Chalus-Chabrol, cuando fue impactado en el hombro por la flecha de una ballesta.
Juan I Sin Tierra y Colapso del Imperio Angevino
Tras la muerte de Ricardo en 1199 estalló un conflicto sucesorio que enfrentaba a Juan, su hermano menor, contra Arturo de Bretaña, hijo de su hermano mayor Godofredo. Según las leyes reales, el hijo de un hermano mayor estaba por delante en la lista sucesoria que un hermano menor. Aún así, Juan tenía el apoyo de Inglaterra y su madre Leonor, mientras que Arturo era apoyado por los señores feudales angevinos de Francia. El primero movió ficha rápidamente y se hizo coronar rey de Inglaterra en la Abadía de Westminster como Juan I, luego hizo lo mismo en Normandía.
Arturo se posicionó como aliado del rey Felipe de Francia, y a cambio de su apoyo, el pretendiente tuvo que hacer una serie de compensaciones territoriales y económicas al rey francés. Juan, por su parte, quedó sentenciado como el peor rey Plantagenet, por las malas decisiones que tomó durante su reinado. Para empeorar la cosas, Arturo tomó como rehén a su abuela, Leonor, y la encerró en el Castillo de Mirabeau. La reina madre pidió auxilio a su hijo Juan, quien, en 1202, atacó Mirabeau, derrotó al ejército francés, rescató a su madre, y capturó a Arturo.


El duque de Bretaña fue llevado a Ruán, donde posteriormente sería ejecutado. Aparentemente, este acto despertó una serie de rebeliones en Bretaña y Normandía; además, varios nobles aliados de Juan le retiraron su apoyo y le juraron fidelidad al rey Felipe de Francia. De este modo se desmoronó el Imperio Angevino, cuando entre 1202 y 1204, el rey francés se abalanzó sobre los territorios Plantagenet: Poitou, Anjou, Maine, Auvernia, Tours, Caen, Lisieux, Ruán, etc. Esta terrible pérdida obligó a Juan abandonar Francia y huir a Inglaterra, la cual aún le era fiel. Sin embargo, los Plantagenet aún lograrían retener el Ducado de Gascuña, y varios pequeños Estados feudales del sur francés.
Leonor falleció en 1204, lo que terminó con varios nobles franceses rengando de su lealtad a los Plantagenet y aceptando el patronato de Felipe, quien terminó de someter toda Normandía. Juan preparó, en 1212, una invasión a Francia para recuperar los territorios del otrora Imperio Angevino. Fue entonces, cuando Juan recibió una contundente derrota en la Batalla de Bouvines de 1214 a manos del rey francés. Varios aliados del rey inglés, como los condes de Flandes y Salisbury, fueron apresados por los franceses. Juan no tuvo más remedio que abandonar la campaña en Francia y volver a Inglaterra, la cual había dejado en bancarrota. La corona había subido los impuestos para poder financiar una campaña perdida, y de todo el apoyo financiero, solo se obtuvieron soldados muertos, territorios perdidos, aliados apresados, y humillación internacional.

El desastroso reinado de Juan trajo la caída del Imperio Angevino, cuya caída dio inicio a la larga e histórica rivalidad entre Francia e Inglaterra que definió el acontecer de la historia hasta el Siglo XIX. Las decisiones de Juan pronto encaminaron a Inglaterra a una guerra civil conocida como la Guerra de los Barones, la cual acabó con la redacción de la famosa Carta Magna; es decir, con la primera constitución de toda la historia. Juan falleció en 1216, dejando un reino en crisis a su vástago Enrique III.
El Imperio Angevino aún es tema de debate hoy en día, por ejemplo, los franceses lo consideraron una forma de imperialismo inglés, mientras que los ingleses veían a estos territorios como una ampliación de sus dominios mediante uniones personales. Además, el periodo Plantagenet terminó por sepultar al inglés antiguo que hablaban los viejos anglosajones, ya que se popularizó ampliamente en Inglaterra el anglonormando o inglés medieval. Por otro lado, fue gracias a las influencias de Plantagenets y Capetos (la dinastía que gobernaba Francia, y que Felipe II era parte) que se logró la expansión del gótico en Europa Occidental, un buen ejemplo fue la remodelación de la Catedral de Saint Denis de París.
Por otro lado, la pérdida de Anjou, Maine, Bretaña, Normandía y los otros territorios angevinos, terminaron de definir a los Plantagenet como una dinastía inglesa, puesto que Enrique II, Ricardo I y Juan I se proyectaron más como señores franceses, y hasta llegaron fijar su corte en Ruán. Es por ello que los reyes Plantagenet que siguieron a Enrique III, pueden ser considerados reyes propiamente de Inglaterra, que contaban a Gascuña como un protectorado continental.
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