En el año 1193 Saladino, el temido sultán ayyubí, falleció en Damasco. La muerte de este conquistador logró mantener la paz entre cristianos y musulmanes por los siguientes años. En este periodo de descanso, los Estados cruzados de Tierra Santa se dedicaron a reconstruir y fortificar sus limitadas posesiones. Tras las conquistas de Saladino, y la cruzada subsecuente, el control latino en el Levante se había reducido a una mera franja costera, cuyas escasas ciudades operaban en la práctica como colonias mercantiles italianas.
El Papa Inocencio III aprovechó esta inesperada oportunidad y proclamó una nueva cruzada con la intención de volver a asertar el control en Tierra Santa y recuperar Jerusalén, la cual no se logró recapturar en la tercera cruzada. A esta cuarta cruzada también se le denominó como ”la cruzada torcida”.
La predicación de la cuarta cruzada inició en 1198; no obstante, los llamamientos de Inocencio III no fueron exitosos entre los monarcas cristianos: el emperador alemán, Enrique VI, estaba disgustado por la política papal, y Francia e Inglaterra habían entrado en guerra por la posesión de Normandía. Sin embargo, varios nobles prestigiosos lograron componer un ejército y prepararse para partir rumbo a Tierra Santa. El ejército cruzado estuvo organizado por Teobaldo III de Champaña, y estuvo integrado por figuras de la talla de Balduino IX de Flandes y VI de Henao, Luis I de Blois, Bonifacio I de Montferrato y Simón IV de Monfort, entre otros señores franceses, italianos y neerlandeses.


El primer problema que enfrentó la expedición fue el transporte, al ya no ser práctica la ruta terrestre a través de los Balcanes (debido a las amenazas de serbios y búlgaros), los cruzados tuvieron que optar por rutas marítimas. Afortunadamente, encontraron en la Serenísima República de Venecia la potencial proveedora de una flota para llegar a Egipto – y luego marchar a pie hasta Tierra Santa.
Desafortunadamente, en 1201 falleció Teobaldo de Champaña, por lo tanto, los cruzados designaron a Bonifacio de Montferrato como nuevo líder de la expedición. Entretanto, los cruzados enviaron mensajeros a Génova y Venecia para organizar los detalles del transporte.
Finalmente acordaron un trato con el dogo (dux) de Venecia, Enrico Dándolo, quien estaba dispuesto a proveer transporte marítimo para 33 mil cruzados a cambio de 85 mil marcos de plata. Sin embargo, en junio de 1202, cuando se suponía que iban a abordar los barcos venecianos, los cruzados se percataron que no habían logrado reunir la cantidad acordada. Venecia se negó a transportar a los cruzados a menos que logren pagarles el monto correspondiente. Al enfrentar aquella situación, Dándolo y Bonifacio de Montferrato renegociaron el acuerdo: el dogo veneciano prometió aplazar la deuda a cambio que los cruzados conquisten para él la ciudad de Zara, en la costa dálmata.

Zara era una ciudad que había sido disputada por Venecia y Hungría durante un siglo, hasta que el rey húngaro Emérico impuso su voluntad, y se hizo con su posesión hacía unos años. Muchos cruzados se desanimaron ante aquella propuesta, ya que existía la prohibición papal de luchar contra otros cristianos. La conquista cruzada de Zara igualmente se efectuó, aún con la desaprobación del Papa Inocencio, quien terminó excomulgando a todos los cruzados ante semejante insubordinación.
Mientras los cruzados pasaban el invierno en Zara, fueron visitados por un emisario alemán que traía una oferta de Alejo IV Ángelo, pretendiente al trono bizantino. Sucedió que en 1195, el emperador bizantino Isaac II Ángelo fue depuesto por su hermano Alejo III. Alejo IV, hijo del destronado Isaac II, deseaba contar con el apoyo de los cruzados para recuperar el trono que le correspondía por herencia y que su tío había usurpado. Por ello, se propuso cambiar el rumbo de la cruzada hacia Constantinopla, y a cambio, Alejo se comprometió a pagar la deuda que los cruzados habían contraído con los venecianos, someter la Iglesia Ortodoxa a la autoridad romana, y además ofreció 10 000 soldados para reforzar la expedición a Tierra Santa.
En abril de 1203 los cruzados dejaron Zara, y pocas semanas después llegaron a Constantinopla. Venecianos y cruzados asediaron la ciudad, y lograron entrar penetrando las murallas marítimas. El usurpador Alejo III huyó a Tracia, y padre e hijo fueron reestablecidos como coemperadores del Imperio Bizantino. El problema se presentó cuando Alejo IV se vio incapaz de solventar las deudas contraídas con los cruzados, puesto que el imperio pasaba por una aguda crisis económica.
Alejo intentó recaudar nuevos impuestos y confiscar objetos de plata de las iglesias para pagarle a los venecianos. Además, encontró bastante oposición a la hora de convencer a los clérigos ortodoxos de adoptar el rito latino; dicha política no solo disgustó a la Iglesia Ortodoxa, sino también al enraizado pueblo bizantino. A esta situación se le unían los constantes enfrentamientos entre los ciudadanos bizantinos y los cruzados en las calles de la ciudad.


En medio del caos, un yerno del exiliado Alejo III, llamado Alejo Ducas, comenzó a encabezar el descontento y se volvió increíblemente popular. Cuando el emperador Alejo IV se confesó incapaz de pagar sus deudas, Alejo Ducas se posicionó al frente de la Guardia Varega y llevó a cabo un golpe de Estado, el cual terminó con el encarcelamiento de los emperadores. Isaac II terminó muriendo en prisión, mientras que Alejo IV fue estrangulado en un calabozo.
Tras la deposición de los diarcas, los bizantinos proclamaron a Alejo V Ducas como nuevo basileus del Imperio Romano de Oriente en febrero de 1204, quien inmediatamente preparó a la ciudad ante una inminente respuesta de los cruzados. Como era de esperar, los latinos decidieron atacar Constantinopla para reclamar el pago prometido.
Durante el asedio, los venecianos lograron abrir una brecha en el barrio de Blanquerna, lo que permitió a los azuzados cruzados penetrar Constantinopla en tropel. Con las defensas colapsadas, Alejo V huyó a Tracia para reunirse con su suegro Alejo III. A la mañana siguiente de la conquista, los cruzados saquearon incontrolablemente la ciudad, donde cometieron todo tipo de crímenes y ofensas: ultrajaron a los habitantes, destruyeron palacios, mansiones, iglesias y bibliotecas, e incluso profanaron Hagia Sofia, la imponente catedral de Constantinopla. Gracias al irremediable saqueo de la ciudad más poderosa del mundo cristiano, Occidente recibió una avalancha de obras de arte y riquezas de todo tipo.

Como consecuencia del saqueo, el Imperio Bizantino fue descompuesto en una serie de Estados griegos y latinos. Teniendo el control de la capital, los cruzados proclamaron a Balduino de Flandes como emperador latino de Constantinopla. Sin embargo, el poder de este emperador latino de Oriente no llegó a extenderse más allá de las murallas de la ciudad, puesto que los nobles occidentales comenzaron a tomar posesión de varios territorios bizantinos en la Ática, el Peloponeso, Tesalia y Macedonia. Por ejemplo, Bonifacio de Montferrato se nombró rey de Tesalónica, Otón de la Roche se coronó duque de Atenas y de Tebas, y Godofredo de Villehardouin se convirtió en príncipe de Acaya o del Peloponeso.
En la otra mano, el patriarca de Constantinopla y varios nobles bizantinos se replegaron en la ciudad de Nicea, donde proclamaron a un noble, Teodoro Láscaris, como emperador romano de Nicea. Este Imperio de Nicea fue un Estado sucesor a Bizancio que se encomendó la tarea de reunificar el desmembrado imperio. Asimismo, se fundaron otros dos Estados griegos: el Despotado de Epiro y el Imperio de Trebisonda, ambos gobernados por la familia de los Comneno.
Los que mayor provecho sacaron de esta cruzada torcida fueron los venecianos, ya que terminaron con un enorme botín, y durante el reparto se les concedió Eubea, Creta y varias islas del Mar Egeo, las cuales en su conjunto conformaron el Ducado de Naxos. Gracias a estas concesiones, el comercio marítimo en esta zona recayó bajo su control.

Bizancio permaneció descompuesta hasta el año 1261, cuando el Imperio de Nicea recuperó Constantinopla y restauró el Imperio Bizantino bajo el liderazgo de Miguel VIII Paleólogo. A pesar de la reunificación, la cuarta cruzada había provocado un daño irreversible a Bizancio, ya que su flota estaba diezmada, su gran ejército se había reducido considerablemente, y el comercio del Egeo (cuyo domino solía ser indiscutible) había recaído en manos venecianas, genovesas y napolitanas. Tras 1261, el Imperio Romano de Oriente siguió existiendo por los siguientes dos siglos, hasta que cayó definitivamente en 1453 a manos turcas.
Referencias Bibliográficas
Academia Play [Academia Play]. (s.f.). Las Cruzadas en 14 minutos. [Archivo de Video]. Recuperado el 3 de Octubre de 2021 en https://www.youtube.com/watch?v=Fqn9vsHMtHo
Garrido, A [Pero eso es otra Historia]. (2018, 29 de Diciembre). FRANCIA MEDIEVAL 5: El Siglo de San Luis, las Cruzadas Menores y el fin de los Capetos (Historia). [Archivo de Video]. Recuperador el 3 de Octubre de 2021 en https://www.youtube.com/watch?v=S_z2Do5c3vs
Una vez más felicitarte por tus artículos de historia. Me declaro tu fan.
Muchas gracias por tener esa capacidad que tienen muy pocas personas en este mundo de COMPARTIR TUS CONOCIMIENTOS. ÉXITOS EN TU VIDA, TE ESPERA UN GRAN FUTURO. Lucha por tus sueños.
Saludos cordiales,
Teresa T.
Hola Teresa, me siento fuertemente halagado por lo que me cuentas, y agradezco mucho tus palabras. Me llena de satisfacción ver como este proyecto rinde sus frutos, y lo bien que está siendo recibido. Si tienes alguna sugerencia o te gustaría que trate algún tema en específico no dudes en comentármelo. Saludos!
Yago, me alegra mucho que me hayas respondido y que tu proyecto rinda frutos. Sé que te va a ir muy bien con este proyecto y con todos los que te propongas. Yo lo he compartido con mis amigos para que también lean tus artículos de historia. Me gustaría que crees dos unidades de las guerras mundiales. Particularmente, me interesa mucho la Segunda Guerra Mundial y sobre todo sus consecuencias en el siglo XX.
Leí hace unos días la parte de tu página “Acerca del autor” y hace poco tenías 16 años, ahora me he dado cuenta que ya cumpliste 17. Felicidades por eso, tienes una larga vida por delante.
Saludos y cuídate.